15/5/07

DIÁ-LOGO NUESTRO SIN FIN...
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¿El Alteorigen: La Suspensión Interior? Cómo quisiera hacer algo distinto de lo que ha sucedido en mi historia. Me ha tocado vivir entre el asombro inmediato y el aburrimiento estoico. Nací un Viernes a las 2:40 horas de un 25 de Septiembre a principios de la segunda mitad del siglo pasado, Septiembre es un mes trágico y espiritualmente abismado de horizontes, triste. Mi padre se llamó Ignacio Vázquez Meza de oficio zapatero, pespuntador. Mi madre María Concepción Apolinar Barajas, en su juventud tejió sombrero y hacía por encargo vestidos para dama, fue madre de diez hijos y de ellos, siete viven hasta ahora.
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Apareci al mundo en la ciudad de León, estado de Guanajuato, México. La ciudad no tiene una historia importante, tiene casi dos millones de habitantes y no existe una historia de su arte, de su espíritu. Ésta tierra se ha servido con el abono de muchos muertos, en ella se ha dejado la vida, sea como sea, se ha dejado la vida. Es una ciudad industrial zapatera que ha crecido en cuerpo pero no así en espíritu. Aquí nací y entre tres ciudades he concebido todos los escritos, la ciudad de Guanajuato, la de México y León. El arraigo lo sustento más en mi pensamiento, en mi deseo de imaginar que en la relación mandato-acción. No se me enterrará, seré un injerto en el aire. Estoy enterrado de silencio, de grito.
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El Heimat es en el corazón de lo humano sea lo que sea lo humano. Le pertenezco más al paraíso perdido que a esta ciudad. Me siento más entero cuando toco el devenir de la gente, sus historias, sus rostros. No me siento de ningún lugar, no defiendo ninguna bandera, si México existe está en todas partes o no existe. Tengo un pasaporte para entrar a mí mismo y la única bandera es mi rostro. No entiendo la pertenencia a la Tierra como algo inmanente, dado, yo necesariamente debo elegir mi Heimat, mi decisión de perteneciente. Así como el ser elige una profesión, un alguien a su lado, así se debe asumir un espacio en el mundo, ese sitio para mi es siempre el Lugar que me Espera, el No Lugar que está por llegar. Me siento siempre en el Lugar que no está, desencajado, encajado en el No. Orizzonteh del Otro. .
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Nací en una ciudad que ahora es grande, entre paredes, piedras y muros, el cemento estaba en todas partes. Cuando mi padre me acostó entre sus piernas mirando hacia las estrellas, yo tenía cinco años, vi por primera vez la noche, la luna, vi el allá, sentí que había algo más que el cemento y la piedra. Después supe que había Fuego, Agua, Aire y Tierra, todo ello era ajeno para mí. De niño siempre habité una ventana desde donde veía el desdoblamiento de la tarde en noche. En el Barrio de San Juan de Dios viví entre árboles gigantes, Laureles de la India, que por necesidad llevaban la mirada a las estrellas, me fue muy natural cultivarme de soledad, pues la luna siempre estaba sola, el sol solo y los árboles no se iban de ese lugar. Luego mi padre mi guiaría en la actitud de servirle siempre al otro, estar siempre a la disposición del otro bajo un principio cristiano de poner la otra mejilla, y de vivir la injusticia en el sufrimiento como deber. La respuesta a ello fue el aislamiento de mi ser en relación con el mundo. Sólo tengo tres fotografías de niño, en ellas aparezco a lo lejos, a mí no era a quien fotografiaban, simplemente aparecí en ellas perdido, aislado, deseando acompañar al sol, o el de liberarme de vivir bajo el mandato de los hombres.
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Mis padres tenían como caja fuerte a la Biblia, entre sus páginas tenían los recibos valiosos y dinero, estaba envuelta por una sábana blanca y cada que llegaba el arrendador se bajaba del ropero con el misterio de una ceremonia sagrada. Después, en El Libro y a escondidas, descubrí las estampas de Gustavo Doré, imaginé así el cielo y el infierno. Dormía con esas imágenes entre sol y luna. El Génesis e imaginaba. El Apocalipsis e imaginaba. Una incertidumbre nació en mi corazón. La creación. A los trece años en la escuela de los jesuitas encontré una biblioteca en la cual había libros de Astronomía, todo me remitía a la Creación. En esos libros de Astronomía descubrí los nombres de Tales de Mileto, Demócrito de Abdera, Platón, Heráclito y Parménides, Platón y Aristóteles, etc., estos nombres hablaban de creación sin embargo no era la Biblia, hablaban de un origen pero no era el del Génesis. Los poemas preplatónicos bien podrían ser un libro bíblico, se pueden leer con la fe del que nada espera y nada tiene, es decir, todo. Estos griegos hacían filosofía en poemas y descubrí en mí ésta apetencia de expresión.
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Desde entonces he tenido ésta exigencia al leer y al escribir. Exigencia que luego se tornó en posición. Leí poesía latinoamericana y descubrí la pasión en forma de sufrimiento, amor, tristeza, hermandad. Villaurrutia, Gorostiza, Owen, Drummond de Andrade, Paz, Borges, Vallejo, Huidobro, Neruda, Huerta, Sabines, Pacheco. Los españoles Machado, Guillén, Lorca, Hernández.
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¿El Descubrimiento del hombre en la Palabra? Toda poesía es muestra de una totalidad, por necesidad debe conservar en su seno una evidencia de lo real. Toda poesía por necesidad debe ser filosófica, hace evidente un instante total en el devenir del mundo. Toda letra es sonora, musical, por su esencia toda palabra es rítmica, y la palabra aparece, está ahí, su configuración crea imágenes, las imágenes sin sustancialidad se convierten en apariencia de la forma. Nombrar lo nombrado como pensar y sentir, teniendo como fundación la vivencia primigenia de la memoria o el anhelo de construir mundos. Lucrecio, Dante, Hölderlin, Rilke, Pessoa, Cavafys, Pavese, Eliot, Juarroz, los filósofos poetas y los poetas filósofos.
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La palabra es nuclear por excelencia, simplemente hay que nombrar su centro. La razón tiene la propiedad de transformar la totalidad en unidad y la unidad en totalidad, y toda palabra sea cual sea su origen, sensitivo, intuitivo, instintivo, etc., debe pasar por ese espacio y viceversa, toda palabra racional, conceptual, ha de pasar por el espacio del sentir, de lo intuitivo, del instinto, de lo imaginario, del sueño. En este sentido toda palabra es circular, esférica, poetizable. A esta relación le he llamado Poevidad, darle vida a las palabras en la medida en que las palabras sean vida. De ello se sigue que esta poesía no es complaciente, interroga, toda ella es una pregunta y así misma se interroga. Anuncia asumir el más grande esfuerzo de existencia en tratar de dejar el espíritu en la Tierra, de donar el espíritu al mundo para crear el único territorio de sí mismo. La Hermandad. El vivir su libertad de interferir el mundo, esto es hacer historia. Aunque para ello todo tenga perdido.
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Una vida es la historia de sus hechos. Hechos en tiempo-espacio sostenidos. Mis hechos han sido sensaciones y han tenido como fundamento la ansiedad, el conflicto, la contradicción. Sé que la existencia como existente en mí es idéntica a la de cada ser humano pero las ideologías nos dividen y matan, castran, amansan, confunden. Y nada me lleva a exponer mi vida como un acto significativo que no sea más importante que la de cualquier persona en la tierra. Hubiera querido conocer a cada ser humano entre palabras, queso y vino, discurriendo memorias, impregnándonos de pasión ya vivida, deseándonos anhelos y realizaciones que signifiquen un gozo terrenal. Aún así, éste estar más cerca en voz e imagen pero más lejos en intimidad, en ser real, cierra y abre formas de estar, de ser. Después de todo, este espacio es sólo una notificación de que existo, estoy, soy, vivo lo incierto, y mi corazón late en algún lugar del mundo. Hasta ahora. Comencé a sentir antes que a pensar, a pensar antes que a escribir. Sí, pensar fue extrañarme como preguntarme de todo. El origen de la noche fue mi primera pregunta trascendental. El Génesis y el Apocalipsis los sabía de memoria.
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La experiencia de la nocturnidad y la Astronomía me guiaron hacia el estudio de la Filosofía, a encontrar una razón de ser. América Latina conserva la tradición de sólo comentar los hallazgos de la razón. Ser comentarista y la Pobreza Social van de la mano. Es muy difícil crear pensamiento si no se participa del debate de la tradición original. ¿Qué puede aportar el latinoamericano desde la periferia del discurso? ¿En qué Universidad fuera de América Latina se imparte un seminario sobre José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Antonio Caso, Andrés Bello, Risieri Frondizy, Juan David García Bacca, Germán Arciniegas, Rodolfo Mondolfo, Eduardo Nicol, Leopoldo Zea, Juliana González? El sentir y el pensar han construido mi expresión, son uno. La intuición y el Instinto.
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Son 30 años de trabajo en la filosofía y en la poesía. La metáfora de hacer un túnel para encontrar el rubí es muy clara para contemplar éste pasado, con la fe de sentir que está ahí lo valioso, que se ha de encontrar, que habiendo derrumbes y asfixias, heridas y últimos alientos se sigue, se persevera, año tras año, oscilando entre el anhelo y el cansancio, siempre un fuego que aviva la voluntad de poder y así mismo lo extingue, siempre en contradicción y así mismo en la caída escribir, imaginar, amar, vivir. La vida está en la obra y la obra en la vida. No hay otro camino. Llevar el acto a los espacios del sueño, de la ilusión, de lo irreal. El deseo de dialogar con mi época y hacer de la conciencia una protección contra todo poder, mentira, injusticia, pérdida de voluntad, etc., una utopía más cuando lo que se ama es el mal, el sin sentido, la violencia y la muerte. Nada de ello me asusta. Sé que se pierde, por la ambición de poder de unos pocos sin nombre, el horizonte existencial y creador de millones de seres, de “seras” con nombres. Creo que el fin del hombre no debe proponerse a partir de la racionalidad, la razón automáticamente tiende a expandir su contenido, es decir, la racionalidad tiene el poder de justificar la violencia física y mental, la mentira y el asesinato. Su hablar lo vuelve trascendental para que encuentre su fundamento en la subjetividad. Esta fórmula a nadie satisface ahora. Quizá el hombre no este llamado a vivir en democracia, en libertad, en el amor, en la felicidad, en la serenidad, en la riqueza, en la sabiduría, estas utopías colectivamente no se pueden lograr, son búsquedas individuales en el mejor de los casos y que por lo demás no se pueden comunicar, compartir, no hay complicidad. Nuevamente el poder es el hiriente de la concordia.
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Los griegos hicieron que nos reconociéramos en la Tierra, en sí mismos. No hay sí mismos, sólo hay Tierra. Es imposible reconocernos en un fruto, en un río, en un rostro, cuando en lo que se piensa es en la trascendencia, en dejar de ser Tierra. No deseo pensar ni en la Tierra ni en el Cielo, ni en el Limbo aunque ahí permanezca. Deseo pensar en algo que esta siempre por construirse y que no es ni Tierra, ni Cielo ni Limbo. Es el acto mismo. Mi única trascendencia esta construida de actos, de hechos. Es el Hecho que forma mi Fe. Mi fe esta hecha de actos, según mi acto es mi fe. Y trato de no moverme. No sé si tanga razón, lo que sí sé es que mi impulso es verdadero.
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¿Ningún Camino conduce al Tiempo? En la búsqueda de algo verdadero fue que descubrí el impulso, o instante si se quiere, que está en el antes de la búsqueda. La relación con el concepto de tiempo y la percepción del tiempo se eclipsaron y no encontré como es paradójico, un devenir detenido, en dónde anidar mis palabras. Los poemas se fueron construyendo en el propio poema y los siguientes en el mismo poema y así sucesivamente, es una poesía donde el tiempo como percepción está antes que el tiempo como concepto y aquel está después de un anhelo de Alteoriginar, donde el origen que yo creo más auténtico está Al Lado que el origen conocido, un origen en el Al Lado del origen. Alteoriginar en este sentido es Alteexistir, existir en el Al Lado de la existencia, de la vida, de la historia. Por ello las fechas, las estadísticas no son necesarias para la vida, para el poder sí. Yo existo ahora como totalidad como existí de niño como totalidad y mi experiencia y conocimiento de niño permanecía como ahora permanece. En el tiempo se diluye el tiempo, el poema en el poema, la palabra en la palabra. El vestigio que aparece es su luz y su permanencia fuera de todo tiempo. Desde luego que estas palabras no corresponden al tiempo, no hablo nada del tiempo, sino del No Tiempo, de un anhelo que está Al Lado del tiempo con el deseo infinito de que sea vivible y esta poesía es una dedicación a ello. La poesía es el camino sustancial hacia el No Tiempo. Acto de absoluta suspensión entre el antes y el después, en el Al Lado. Suspender el sentido, eso es lo que pretende esta poesía. Si se suspende el sentido, al menos, se suspende el poder y podemos respirar por un instante en la extensión de la vida. Estamos. Somos. Suspendidos. Esto es ser “nombralista”. Hay tiempo lineal, vertical, retornal, anticipado, etc., propongo el No Tiempo Blanco, entero, total, todo es todo, la disolución del propio tiempo hasta eclipsar la luz y hacer aparecer lo Blanco, tiempo Blanco de lo siempre amado, el Alteorigen, en el al lado del tiempo.
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De ello se deduce que esta poesía no sea una experiencia sensible, racional, intuitiva, etc., antes bien, vive un llamado en el Anhelo de estar en el Al Lado. Es imaginar la existencia en el Al Lado de toda existencia. Cada libro está en relación a una totalidad anhelada, su contenido no importa, su tema no importa, lo importante es que están suspendidos, están en perpetua tensión entre el origen y el allá, entre el tiempo y el No Tiempo, deliberadamente sacrificados en búsqueda de un Orizzonteh inexistente. El origen y el final no están en el origen y el final sino en el Al Lado, en el Antes, el Anhelo. Suspendidos. Por ello el escritor de estos libros no es un poeta sino un “nombralista”.
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La actitud de no aceptar, de reprobar la historia del hombre está en el fondo de estos escritos. En este sentido el dolor es un suspender la vida y participar del Alteorigen, del acto de estar en el Al Lado de la vida. De ello supongo que debe ser así, porque creo en la identidad permanente y a la vez intermitente de un rostro frente a otro, en su valor total y que puede ser comparado con el misterio de la divinidad. El Estar en el Al Lado es un Anhelo y todo Anhelo es un Antes. Pero cuando no se está en posición del estar en el Al Lado, en el Antes, se vive la experiencia de la nostalgia del Estar en el Al Lado, del Antes, es decir, un Grito ahogado, mudo. El consuelo es acariciar un tigre, envolverse en el mar, sentir vivo el horizonte, habitar en el alma de un rostro. Sentirse vivo en lo cotidiano.
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La experiencia de no cultivar la Memoria ha sido en mí una encuentro conmigo mismo. Me siento vivo en el allá no en el aquí. Escribo desde el allá. Es una poesía que siempre espera, recibe, pero siempre esta allá. Hay objetos que no son para la memoria. La rosa, el rostro, cada vez que contemplamos una rosa parece que nunca la hubiéramos contemplado, visto, siempre sorprende, hace nacer el hallazgo. El rostro, lo mismo. De ahí que el poema y la poesía no impregnen de memoria a la conciencia, no tienen lugar en la historia, están en el Al Lado, en el No tiempo, en el No lugar, porque es una necesidad de lo bello no quedar en la memoria. Así cada día, el día no tiene memoria y yo vivo en el allá siempre, escribo desde el allá, en el Al Lado de la historia, en el No lugar.
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El aquí y el ahora los vivo por los otros, porque los otros están en el aquí y ahora o aparentan estarlo. Es por el Otro y la Otra que estoy en el presente y a ellos me debo, vivo con su memoria. Yo no tengo memoria porque no deseo tener historia. Creo que la historia del hombre es una puerta falsa para salvarse en todo sentido. ¿Salvarse de qué? De enterrar la intimidad.
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¿Y la Importancia de la Poesía en el mundo Actual? La pregunta por la utilidad de la Poesía es una pregunta deleznable y de mala fe, nace desde la debilidad del poder, desde la incomprensión de la vida. Quien realice éste tipo de preguntas toma posición por la comodidad de no asumir su destino y su posición en la historia. La poesía está más allá de lo útil o no útil, de toda inmediatez. La Poesía no es de este mundo. Pero el mundo sí es de la poesía. La poesía no es un arte, ni es una artesanía, ni es tampoco una tekné, es algo más grande que todo ello, es la vida misma, la existencia en todas sus plenitudes y sus insatisfacciones. La Poesía no tiene valor porque ella misma es el valor. El poema como un acto de la vida es enteramente irreductible, irrepetible, en su propio devenir poema. La expresión del poema es integral, es un todo existente en forma de objeto irreductible, un vestigio de No Tiempo, espíritu antes de ser espíritu. Escribir un poema no es habitar el Edén, es el propio Edén, es decir, infernal, abismal de sentir morir y resucitar a la vez, pavor desde el Edén. Escribir poesía no causa placer ni satisfacción de ningún tipo, al menos, esto no siento. La poesía se entrega y se le aparece al ser que la invoca para ser anulado por ella y en esta anulación pueda encontrar lo irreductible de su vida, lo indecible vivido, dejando como vestigio de este encuentro el poema, su palabra. Desde la vida ser pura vida, sin sujeto, esa es la magia y su misterio, el poeta en cada poema muere y resucita, se entrega, se dona, y su propio poema lo rescata y lo instaura en su ser. Es un ciclo que agota la historia del sujeto pero que infinita su existencia en el sentido de proyectarla.
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Cada poeta es un vestigio de esta lucha, su poesía es lo de menos, su actitud de enfrentamiento con su destino y el asumirlo es su gran enseñanza y único poema, saber escribirse así mismo y quedar impregnado de divinidad, de destino, su vida como su obra misma, éste es su verdadero poema. Su obra queda como ruinas de que hubo un gran enfrentamiento entre un ser llamado humano y una abstracción llamada divinidad, eternidad, trascendencia, libertad. Estas ruinas son la prueba de que es posible para cualquier ser humano la experiencia de la poesía. El hombre mismo no es de este mundo, de ahí que la poesía sí lo pueda definir, sí lo encarne en su ser. El espacio natural del poema es el poema mismo, de la palabra es la palabra misma. La poesía se hace aparecer desde la poesía. Aparece como el hombre y persevera en su existir, en su actuar, de hecho la Poesía es un hombre. El poeta es hermano espiritual de todo poeta que existió, que existe y existirá en el mundo. El poeta tiene el poder de todos estos hombres para hacer cumplir un mandato, el de que cada ser humano ha de salvar su intimidad con el hacer de su creación, de su arte, de su libertad. ¡Y esto es una orden¡
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Quien lee un poema debe sentir y concebir el haber deseado ser poeta y debe nacer en él este sentimiento porque en verdad a quien lee es así mismo, a un poeta pero tanto miedo en el mundo, lo disipa y le hace olvidar su destino, la ternura y la pureza de la vida, su inocencia y su verdad, como sentirse dueño de todo, intacto. El Poder hace su trabajo de cansar y aniquilar. La Burocracia y la Incertidumbre.
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Este Decálogo experimenta el allá, el antes, lo que he nombrado con la palabra Alteorigen. El en el Al Lado del Ahora. Hay que pensar lo que se piensa, es decir, pensar lo que se quiera, pero lo que sí es necesario es el de buscar Otra Puerta para entrar en el mundo de lo humano, a la historia, de tanto entrar y salir del mundo la puerta ya no tiene forma, se ha desfigurado, ¿se sabe dónde ha quedado la llave? Simplemente no existe. Estos escritos no pretenden estar en el mundo, en la historia, antes bien, ir en el Al Lado del mundo, ir a en el Al Lado de la historia.
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¿Qué significa El Sentido de Vivir en nuestro Tiempo? La confusión en la que se ha sustentado el desarrollo humano lo ha llevado a no saber distinguir que la confusión es una confusión. La palabra y el lenguaje son los grandes perdedores de estos tiempos. Quien habla esta perdido, pone su hablar sobre ruinas y pedazos vacíos, oxidados de otro hablar. ¿Qué quiere decir el hombre que habla cuando habla? El dogma es roto por la interpretación y la interpretación es rota por la violencia, éste es el devenir del poder como dogma y como violencia. Quien gobierna no habla, hace, impone. Toda poesía que no lleve a un Hacer no tiene poder. La poesía trata de purificar la palabra, retornarle el poder de significar y de llenar la palabra de vida, es decir, de fe, para ello tiene que matarla, asesinarla y con su propia sangre invocar su resurrección.
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Los grandes perdedores de estos tiempos son los poetas. Están excluidos en su fundamento de todos los discursos. La palabra que instaura, instaura un fantasma y todos estamos satisfechos. El lenguaje se ah enfrentado contra el propio lenguaje y sólo han acertado a cortarse las venas y a liquidarse de sentido. De todo hay que desconfiar. La palabra, si existe, está en otra parte. El lenguaje entre los países, entre los pueblos, entre las familias, entre las parejas, los seres consigo mismos, ha tomado el lugar de la incertidumbre, del miedo. Todo el que habla miente. Todo el que desea hablar teme. El silencio aprueba al que miente. La duda al que teme. El hombre se ha expulsado a sí mismo del lenguaje, de su hablar, por ello se cree que él habla para congregar y a nadie congrega, él habla para amar y a nadie ama. Y aún así, el lenguaje espera el soplo, su encuentro nupcial consigo mismo.
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Los gobiernos mienten y sus pueblos desean que mientan. La diplomacia habla, el engaño aparece. Dos países dialogan y ambos sin argumentos, queda la violencia, el poder del aparentemente más claro, es decir, del sustancialmente más confuso. Si un pueblo aniquila a otro, si un hombre asesina a otro, antes de ello ¿qué decir?, ¿qué nombrar? Si la palabra ha perdido su misterio ¿queda el silencio? El silencio en la poesía es otro refugio sin fe. Es una impotencia. A veces pienso que la poesía es una de las formas de la Impotencia. Atrapadora de grandes sensibilidades, de grandes cerebros. ¿Si la palabra ya no posee lo humano, el silencio de la propia palabra queda como vestigio para invocar el retorno a lo humano? No lo creo. Asumir el silencio en la poesía sería una de las formas de legitimar su impotencia. Desde luego no se debe entender guardar silencio, callarse, no, el logro más alto en la poesía es alcanzar el silencio místico, y es precisamente en este silencio en el que yo no creo o no lo entiendo. Más que en el silencio creería en una No Significación, en una paradoja, en un dejar de hacer, de olvidar que se es escritor, por ejemplo. En una desmemoria. Un olvido conciente. En una nada, en una actitud definitiva. Quizá la muerte. En donde No hay Significación hay Naturaleza.
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Los escritos de este Decálogo tratan de estar en continua negación de sí mismos, lo que dicen no lo dicen, lo escrito está en otra parte. Lo que se nombra y queda es el ahora de quien lee lo que dice que no dice. El libro se anula, se sacrifica y queda la presencia de quien lee, de quien invoca, el verdadero escritor de estos escritos, de estos hechos. Su inicio de nombrar lo que no ha escrito. Anular es abrir la búsqueda de retornar lo humano al lenguaje. Es en verdad el Otro, la Otra quienes abren el camino hacia el decir del después. El hombre de este tiempo no sabe que vive fuera del lenguaje pero vive como si estuviera dentro. Así va por el mundo. Si el hombre vive expulsado de su propio lenguaje entonces vive por necesidad escindido, deslindado, no tiene intimidad, ésta le pertenece al lenguaje, vacío por excelencia, tener y dejar ir para él es lo mismo, no en un sentido de sabiduría, sino llevado por la ignorancia y la indiferencia, por la confusión de que todo le es igual, idéntico, sin voluntad de humildad y envuelto en vanidades colectivas. No defiende nada porque no tiene nada. Y así va por el mundo. No se adueña de su cultura, ajeno a su tradición cree que el oro es el más grande argumento del lenguaje porque de él obtiene prestigio, fama, orgullo, vanidad, todo, todo, a cambio de mentir, enterrar el espíritu, alejar la verdad.
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América Latina, Asia, África, en este sentido no se sustentan en una ideología de términos desde el poder. Estos continentes han sabido esperar su momento de asumir su espacio en el discurrir de la historia porque su historia está en el Al Lado de la Historia, de la Existencia, de la Vida. Su poder es su espera y su propio amor por su tierra. En donde haya un latinoamericano ahí esta América Latina. En donde haya un asiático ahí esta Asia. En donde haya un africano ahí esta África. Cada continente va en las espaldas de cada uno de sus hombres. De ahí su unidad y su memoria que están por exponerse. El Orizzonteh es de estos hombres, lo aseguro. ¿Esto es vivir en nuestro tiempo?
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¿Cómo entender Lo Divino como Inaccesibilidad del ser? El Dios del que hablo es obviamente el Dios de la tradición. No se debe entender desde la Teología sino desde la Filosofía, y más aún de ello, desde la Naturaleza. Dios como experiencia, vivencia. Y más aún de Olvido. La palabra Dios es una de las grandes metáforas para que nuestra conciencia sea serena e instauradora. En mí como yo no concibo ningún Dios. No porque no quiera, sino porque no puedo. No estoy hecho para concebir al Dios tradicional. Nací de la materia de la impotencia de toda concepción divina. Mi naturaleza desconfía cuando se congregan multitudes, una multitud congregada es el instinto puro del alma, y por lo general, siempre se encaminan al abismo.
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Hablo en mis escritos del Dios del Otro y de la Otra. Mi Fe es por el Otro que tiene Fe. Yo creo en el creer del Otro, de la Otra. Tengo por necesidad que ser víctima de mi tiempo y de mí mismo. Mi experiencia ha sido que soy absolutamente inmune a la divinidad. Cuando he sufrido algo anormal siempre pienso que son formas de lo normal con su retraso necesario de ser evidentes. En este sentido el hombre es más que el hombre. El hombre es lo que es sumándole su voluntad y potencial de transgresión. Creo que el hombre con su fe puede levantar montañas. También creo que no necesita levantar montañas porque él mismo es una montaña. Porque si yo concibo un Dios o no, en cuánto le puede afectar a la humanidad, en nada, pero sí al poder. No creer quita poder, lo desgasta, lo debilita. La Ideología impera en el altar de los mortales.
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No concebir a Dios no me hace ser un hombre violento o contrario a la divinidad, tampoco voy a tentar contra mí mismo. Me he acostumbrado a vivir con el misterio de la no comprensión, de la no concepción. Y curiosamente podría asumir la creencia de cualquier ser humano porque yo creo en su creencia, creo en lo que cree y practica, en su fe. Al no tener ninguna religión tengo todas las religiones. El respeto como corona del hacer. No es el amor el que me lleva a ello, es el Respeto y la Extrañeza del Mundo, de los rostros. Y si Dios sólo se piensa A Sí Mismo, entonces yo creo en ese Si Mismo, en ese creer de Dios sobre Sí mismo. Esto sí lo concibo y para mí es un sin por qué.
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La relación con la divinidad en mí está en función con la idea y la praxis del Mal. El origen del Mal, en mí ha sido una constante provocación a la divinidad, hacia la divinidad para que ésta se presente, poder vivir una experiencia enteramente divina. Pero el cansancio ya me ha debilitado tanto que ya no deseo más una experiencia divina y quizá ese no desear la experiencia divina sea la propia experiencia divina. Si esto fuera cierto, no tendría memoria para tal experiencia, pues desaparece al instante en que aparece. No deseo vivir más en el Mal. No sé si este origen del Mal esté en el inconsciente paralelo de lo humano. La transgresión como maldad provoca a lo divino para que se presente y juzgue de una vez por todas. En el fondo, la humanidad no desea hacerse cargo de la humanidad. Éste no hacerse cargo justifica el Mal en el mundo. Nadie puede ser responsable de lo que no hizo en su origen. La propia humanidad para el ser humano le es ajena y este desconocimiento de sí mismo en ella como humano le hace transgredir contra lo divino y atentar contra su propio hermano. La propuesta es renunciar a la necesidad de que lo divino se haga cargo de la humanidad. Por otra parte, yo debo renunciar a la necesidad de experimentar lo divino desde lo humano. Lo humano se debe hacer cargo de lo humano, nosotros mismos de nosotros mismos, él de él, tú de ti y yo de mí. El nosotros del nosotros. En el dejar a lo divino ser lo divino, dejar a Dios ser Dios está un religare sin pretensiones, humilde y quizá sin memoria a lo divino es decir, vivido. Dejar que Dios se haga cargo de lo divino para lo divino mismo. Y dejar que lo humano se haga cargo de lo humano para lo humano mismo.
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¿Cómo entender La Experiencia amorosa del Abismo? El amor es una constante que descubrí en la época adulta de mi vida y que lo he pagado como si hubiera desobedecido un mandato divino. Tal vez haya estado en mi destino esa prohibición y que no supe respetar por la ignorancia y la debilidad de creer que se puede utilizar el amor en aras de la verdad, que uno se puede apropiar del amor a cambio de entregarle la vida, esta ecuación hace que se disipe el amor, el amor no quiere ninguna vida, sólo pide destinos. Todo amor se alimenta de algo que está Allá, en el Al Lado. Por ello pienso que al haber desobedecido se ha cancelado, extinguido el amor para mí y debo ahora de inventarlo yo mismo. Sin embargo esta propia invención supone superar el amor, vivir en el Al Lado del amor. “No hay mayor prueba de amor que no desear el amor”.
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Sin darme cuenta y sin saber muy bien por qué, fui expulsado del mundo femenino y éste estar fuera representó la más grande seducción que hasta hace algunos años ejercía mi presencia sobre la mujer. Saber encontrar en cada mujer su propia belleza fue una condena, siempre fue el inicio de cultivar la esperanza de una historia definitiva y a la vez la historia de una ruptura. Supe que cada ruptura posee su propio dolor, que cada historia su propio placer. En cada historia fue convertirme en otro. De hecho, puedo decir que he sido esculpido por el amor, entendiendo por amor el hallazgo de encarnar la libertad y el sufrimiento de haberla perdido. Cada ruptura fue un argumento para interrogar la existencia, el ser, el ahora. A cada uno de estos libros le pertenece una ruptura. No sé si haya sobrevivido o haya resucitado. No me siento en la vida, sino en el Al Lado de la vida. El en el Al Lado del amor.
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Mi propuesta no era llegar a ser uno con el amado, sino partir de dos y ser uno con el mundo. Conocer a la mujer en su habitad femenino y dejarme conocer en mi habitad masculino, ella para el mundo y yo para el mundo. El haberme enterrado en una mujer sólo la convertiría en lápida. El haberse enterrado ella en mí sólo me convertiría en ataúd. La soledad viene de la creencia de que somos mitad de un todo y no es así, somos enteramente completos. De hecho, cada ser posee un amor entero y de tan entero lo desea compartir, dar, mostrar, es el amor quien desea ser dado, entregado. Es el amor quien sufre de soledad no el ser humano. Quien desea amor desea soledad. Lo que en el fondo busca el amoroso no es la inmediatez del cuerpo sino sus inaccesibles mentes, pensamientos. El amor no es la vida y la historia del los cuerpos, el amor es la historia y la vida del pensamiento, de la memoria, de la locura. El amor es uno y el mismo, y toma forma del pensamiento que lo contiene, de la memoria, de la locura. No se busca otra mitad, se espera un entero para desposarse con el mundo, dos enteros en relación con el mundo. Si fueran dos mitades no habría la posibilidad de que se uniera un tercero y siempre cabe un tercero. Y los tres como enteros crean el desgarramiento de sus almas, sus historias fatales. Enteros.
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Adán estaba casado con Yahvé y cuando apareció Eva, Eva se desposó con el mundo y para hacer humano a Adán debió transgredir la divinidad. Eva conquistó el hombre para la mujer. Es por ella que la mujer tiene un hombre. Así, de una transgresión nace el amor. Todo enamorado tiene una deuda con el destino, con lo divino, le ha robado su creación, la sustancialidad, y el abismo lo espera como el padre que perdió a su hijo. El retorno de la culpa. Pero no hay Dios en el mundo que pueda quitar el placer de haber probado un instante el amor y la piel de los que más se han amado en la Vida. - FIN -

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Almodena i Carulla "Fundamento Poético y Filosófico en los Escritores Actuales"
Barcelona Enero del 2002.